Se caracterizan por un engrosamiento de una estructura llamada bursa que se sitúa entre la piel y el hueso de la parte posterior del codo.
El tratamiento suele ser favorable con medidas conservadoras y protección. La mayoría de las bursitis desaparecen en pocas semanas espontáneamente.
Se suelen desaconsejar punciones de la bursa inflamada por el riesgo de sobreinfección en esta localización aunque cada caso debe ser valorado individualmente.
Únicamente se realiza tratamiento quirúrgico en aquellas bursitis no infecciosas que se prolongan en el tiempo y que crean problemas por molestar con el apoyo del codo o el roce con objetos. Se trata de cirugía ambulatoria y con cortos periodos de recuperación, habitualmente pocos días.
El pronóstico es bueno y la recuperación es rápida en la mayoría de los casos tras la intervención.